martes, 21 de agosto de 2012

sofá in the escai without diamonds

Como la falta de creatividad literaria en estos últimos meses es obvia, me plagio a mí misma, me uso de "negra" y reutilizo antiguas entradas de antiguos blogs casi-casi-casi olvidados...... aaayyyyyy, la mellon-collie!!!!. A cambio utilizo fotos propias.... aunque no sean de las mejores....

El primer sofá que recuerdo es el de la casa de mi abuela, ése que estaba en el salón, con armazón marrón clarito, digamos que de cuero, con la tapicería en una especie de peluche beige. Ni que decir tiene que en el salón de mi abuela no se podía entrar, no digamos ya saltar o, simplemente, sentarse en ese sofá o en cualquiera de los dos sillones a juego. Para eso estaban las orejeras de el cuarto de estar. El lujoso borreguito era para uso exclusivo de distinguidas visitas y , ¿cómo no?, para el médico cuando iba a revisar lo que tenía que revisar.

Un sofá que disfruté mucho fue uno de los cinco que había en la parte de arriba de "el Clavel 8", un bar muy agradable que frecuento desde hace muchos años y que antes tenía una decoración muy retro (bastante más que la de ahora, sí).
Era un sofá rojo, con remate blanco, muy art decó, dos plazas, con su lamparita, su mesita y sus sillitas. Cada cosa de su padre y de su madre, buen ejemplo de decoración ecléctica y popera. No faltaban las monotipias y serigrafías de Warhol, tan trilladas y mancilladas después.



Otro buen ejemplo de sofá es ese de escai que todos hemos sufrido alguna vez, especialmente en verano cuando al levantarte te dabas cuenta de que te habías dejado allí media nalga (eso las chicas que llevábamos minifalda, claro. A los chicos ésto os pasó menos). Este especímen de sofá habitaba, básicamente, en las salas de espera de consultas de dentistas, oftalmólogos, dermatólogos....familia médica en general,vaya (por eso disfrutaban tanto el borreguito de mi abuela, ejem: de su sofá). Ahora ya los han cambiado por butaquitas tapizadas en lonetas de todo tipo de colores pastel. Algunos clasicorros (eso lo serás tú!!!!) se han resistido un poco al cambio y, a pesar de utilizar butaquitas, siguen haciéndonos la puñeta con el aparente escai.

¿Qué decir de aquellos tapizados setenteros?....No hay más que comentar. 




La elección del sofá en una casa es, habitualmente, fuente de conflictos. El que te gusta es caro, o no cabe en el salón. El que es asequible es muy mono, eso sí (madre, qué telas!!!!) pero.....o no es el color exacto, o no es de la forma exacta, o es incómodo como él solo.
En la primera casa, esa que normalmente es de alquiler, posiblemente te decantes por un futón. Incómodo....pero muy juvenil, eso sí!, y práctico. Los de IKEA, además, son muy baratos.
Pero lo más normal, en los tiempos que corren y siguiendo cánones decorativos populares, es que todos acabemos comprando un sofá con cheslón. El súmun de la comodidad, oiga. Es poner el culo, a Buenafuente (en la tele ¿eh?, no en el sofá!) y a los dos segundos estás ya repanchingado, a los dos minutos adoptas la posición de decúbito lateral y a las dos horas te despiertas con el run-run de la petarda de turno del concurso telefónico de turno (¿por qué nadie llama a esos concursos con lo fácil que lo ponen?). Apagas la luz como puedes y te arrastras dando tumbos hasta la cama pensando lo cómodo que es tu sofá.

El sofá tiene muchas utilidades, todos lo sabemos. Desde hacer de cama elástica en tu más tierna infancia hasta hacer de diván de psicoanalista o tórrido escenario de fantasías animadas de ayer y hoy (¿quién no ha roto un sofá haciendo el salto del tigre?).

En realidad todo esto es una excusa (gran excusa) para poner una canción. No nos engañemos: los mejores sofás son los de piel italiana.




2 comentarios:

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  2. A mi me paso eso con el colchón, porque hay tantos en el mercado y encima si la pareja tiene gustos diferentes...al final compramos unos colchones de muelles tradicionales y de lo más felices.

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